“Lo interesante es que nuestros procesos no amarran a un modelo exclusivo. Son búsquedas plurales con velocidades y densidades diferenciadas para desmontar la maquinaria neoliberal que acumuló expropiando lo público” (1).
Alvaro García Linera
Otra vez, como cada vez que el kirchnerismo enfrenta movilizaciones callejeras opositoras, desde los diversos sectores que lo apoyan se agitan ominosos espectros antidemocráticos. Algunos porque realmente creen en la posibilidad de un reemplazo ilegal del gobierno elegido hace menos de un año; y otros porque es un argumento ideal que les permite volver a la carga con la cada vez mas resquebrajada explicación de que la única oposición existente está política e ideológicamente dominada, en general por las concepciones de la derecha neoliberal, y especialmente que tanto el cacerolazo del 13 de septiembre último como la protesta de prefectos y gendarmes son expresiones de la vieja derecha golpista.
La llegada de gobiernos post neoliberales a diversos países de la región desde hace mas de una década, entre otras innovaciones trajo la implementación de novedosas -algunas no tanto- metodologías que buscan desde las viejas y nuevas oligarquías, formas de desestabilización de estas administraciones que no les son afines. En algunos casos utilizando instrumentos pretendidamente constitucionales, en otros, impulsando asonadas con participación de fuerzas paramilitares o policiales que en el marco de la confusión generada van por el derrocamiento del presidente. Los resultados también fueron variados, hubo fracasos estrepitosos, como el golpe de abril de 2002 en Venezuela que terminó con la reposición de Hugo Chávez bajo el impulso de una movilización popular hasta el abortado amotinamiento policial de septiembre de 2010 contra Rafael Correa, pasando por el malogrado golpe cívico-prefectural contra Evo Morales en 2008; pero también los hubo exitosos, como los que terminaron con los gobiernos democráticos de Jean-Bertrand Aristide (Haití-2004), Manuel Zelaya (Honduras-2009), y Fernando Lugo (Paraguay-2012) (2). Claramente hay un hilo conductor entre unos y otros “No parece casual que fuera en Honduras y Paraguay donde los golpes resultaron exitosos (además de Haití, que involucra una serie más amplia de variables). En ambos procesos políticos los presidentes carecían de una base parlamentaria propia y los movimientos populares son aún débiles” (3). Así como en estos países las dificultades del movimiento popular le impidieron ser una base sólida para la defensa de los gobiernos legítimos, en Venezuela, Bolivia y Ecuador, fueron sus fortalezas las que posibilitaron enfrentar con éxito los intentos de usurpación del poder de parte de las minorías.
Cuáles son las claves que debemos seguir entonces en nuestro país para no perdernos en una maraña de confusiones.
Desde la recuperación de la democracia esta sociedad estuvo permanentemente movilizada, sobre una diversidad de reclamos que abarcaron manifestaciones que en algunos momentos unificaron las aspiraciones de millones de compatriotas. “Festejamos la recuperación de la democracia, la liberación de miles de presos políticos, el regreso de otros tantos exilados, lloramos emocionados cuando los integrantes de las Juntas Militares fueron condenados por sus crímenes. Centenares de miles nos movilizamos rodeando los cuarteles en la rebelión de Semana Santa defendiendo la democracia y la continuidad de los juicios a los genocidas. Denunciamos las leyes de punto final y obediencia debida y nos manifestamos cientos de veces contra ellas. Nuevamente, centenares de miles salimos a la calle en todo el país, contra el indulto menemista. La lucha por los DDHH que nunca decayó, se revitalizó con la sangre joven de nuestros HIJOS, que llegaron, entre otras cosas, promoviendo los escraches. Nos conmovimos cuando Néstor Kirchner, dijo “somos hijos de las Madres de Plaza de Mayo”, cuando decretó la entrega de la ESMA a los organismos de DDHH para convertirla en el Museo de la Memoria y obligó al Jefe del Ejército a retirar la foto de Videla, cuando le dio impulso a los juicios a los genocidas y a la búsqueda de las Abuelas de sus nietos apropiados, cuando pidió perdón en nombre del Estado y la Democracia por sostener veinte años de impunidad. (…) Resistimos cada una de las transformaciones regresivas que impulsó el menemismo. Luchamos contra la entrega de las empresas del estado, contra la privatización del sistema de jubilaciones, la destrucción de la educación y la salud públicas, contra el cierre de decenas de miles empresas y de los despidos en la administración pública, que en conjunto dejaron en la calle a millones de trabajadores. Denunciamos la complicidad de la burocracia que pasó a convertirse en sindicalismo empresario y acompañamos el surgimiento de formaciones sindicales alternativas, como la CTA. Promovimos la organización de los trabajadores desocupados en nuevos Movimientos Sociales que se fueron construyendo en los cortes de las rutas de todo nuestro territorio, en la pelea cuerpo a cuerpo de millones de mujeres y hombres que con sus hijos en brazos pelearon por pan y trabajo, y se sintieron hermanados en la lucha de calles con los que se manifestaban reclamando legítimamente por sus ahorros confiscados. Desde ahí fuimos protagonistas de las Jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001 hundiendo al sistema neoliberal que había predominado varias décadas en nuestro país. Festejamos la huída de De la Rua y seguimos luchando contra el intento de Duhalde de imponernos una democracia aun mas restringida por una fuerte cuota de represión. Lo enfrentamos en cientos de batallas que se sucedieron en los arduos meses que duró su administración. En el puente Pueyrredón mostró su verdadero rostro cuando nos envió la policía a escarmentarnos, en aquél histórico 26 de julio de 2002, en que Maxi y Darío entregaron sus jóvenes vidas peleando por un cambio verdadero. (...) Fuimos decenas de miles los que nos movilizamos contra la implementación del ALCA en el marco de una lucha continental que se desarrolló sin pausas desde Canadá a Tierra del Fuego. Y cuando el ALCA fue enterrado en aquellas históricas jornadas de Mar del Plata en 2005, bailamos en las calles con nuestros hermanos latinoamericanos, porque nos sentimos capaces de decirle NO al Libre Comercio en la propia cara del mismísimo Bush. (…) A principios de los ’90 cuando el menemismo copó todas las estructuras de la sociedad, a caballo de la confusión generada por que llegaba al gobierno en nombre del peronismo embanderado en sus consignas históricas, en el ominoso contexto internacional signado por la caída del muro, se instaló la famosa idea de que la reconversión neoliberal era una aplanadora imparable. Nosotros recurrimos a la historia de nuestro pueblo para explicar que más temprano que tarde esa supuesta aplanadora iba a chocar con otro muro: el de la resistencia popular. Es que cuando pensamos en Historia (con mayúscula) pensamos en la Historia de las Luchas Populares, y allí estaba para los que querían verlos, hechos sucedidos en las anteriores cuatro décadas que podían dar una idea bastante aproximada de cual sería el devenir.” (4)
Nuevamente, en otro contexto -siempre pasado el tiempo los contextos cambian- el hilo conductor que nos permite colocarnos mejor para poner el ancla en la posiciones mas cercanas a los intereses populares, pasa por ubicar cuales son sus luchas y aspiraciones actuales, cómo se encadenan con los procesos inmediatos anteriores.
Las luchas de las últimas décadas que movilizaron a millones de argentinos en distintas circunstancias, que en algunas de éstas se manifestaron a través de posiciones que el correr del tiempo mostraron ser muy equivocadas -como el transitorio aval mayoritario que obtuvieron las políticas neoliberales del menemismo- reconocen un límite que nunca fue transvasado: el de la defensa de una democracia que puede tener serios condicionantes para alcanzar una representación mas amplia y genuina, pero sobre la que hasta ahora no hemos construido alternativas superadoras. Aun en las jornadas de 2001-2002, signadas por la consigna “que se vayan todos”, los reclamos estuvieron demarcados dentro de esos márgenes. Claramente hay allí una trinchera ganada en la conciencia popular que no ha podido ser deteriorada ni mucho menos atravesada, por invocaciones que intentaran ganar aprobación, o tan sólo evitar el rechazo inlímine, para propuestas autoritarias. Por eso cuando una y otra vez aparecen las advertencias sobre peligros que provendrían desde ese costado, quedan como eslabones desencajados que corresponden a otra cadena. Esto no significa que no existan manifestaciones individuales o colectivas que expresan a sectores que los mismos kirchneristas reconocen como minoritarios. Lo que no debemos perder de vista es cuales son las ideas que disputan la hegemonía entre los sectores populares que se movilizan reclamando por reivindicaciones diversas, y cuales de éstas son las que pueden ser capaces de unificar fuerzas para avanzar en un sentido progresivo.
El empeño kirchnerista de poner los adversarios principales a su derecha, se convierte en un acto de irresponsabilidad que ignora las aspiraciones de profundización de los cambios que buscan millones de compatriotas. Ante nuestro rechazo al estado de cosas existente nos dice que la única alternativa es volver a las recetas neoliberales. El peligro que conlleva esta enceguecida reiteración, es que contribuye a reinstalar propuestas que en el imaginario popular no están en debate.
No estamos resistiéndonos a debatir alrededor una reforma constitucional que busque democratizar el poder, profundizar la participación, ampliar los derechos civiles y políticos, sino que rechazamos de plano la tramposa discusión raquítica y mezquina sobre si debe o no permitirse una nueva reelección de la actual presidenta, para que no se instale un candidato de derecha surgido de las propias entrañas del kirchnerismo, que hoy está en las gateras porque durante todos estos años ha sido sostenido por Néstor y Cristina. En todo caso estamos reclamando que se profundicen los mecanismos de participación popular porque no creemos en que las decisiones mas trascendentes que nos involucran a todos y todas puedan seguir siendo definidas en círculos cada vez mas reducidos.
No estamos denunciando las falsificaciones del INDEC y la persistencia de niveles de pobreza e indigencia que alcanzan al 25-30% de la población, porque creemos que hay que volver a privatizar el sistema de jubilación, Aerolíneas e YPF. Lo estamos planteando porque creemos que además, entre otras cosas, hay que reformular el sistema impositivo, sancionar nuevas leyes para las inversiones extranjeras, las entidades financieras, y las inversiones mineras, hay que rediscutir una mayor y más eficiente participación del estado en la economía que permita controlar flagelos como la inflación y la fuga de capitales.
No decimos que organizaciones políticas como La Cámpora nunca serán genuinos canales de expresión de amplios sectores juveniles que buscan participación política para ser protagonistas de cambios progresivos, porque estamos defendiendo las corruptas estructuras del PJ, sino porque los mecanismos sobre las que se construyen están atadas al clientelismo, al verticalismo, y una concepción que sigue las ideas de la militancia como una carrera que persigue el éxito individual manifestado en alcanzar puestos generosamente remunerados.
Si realmente están convencidos que los logros alcanzados por el modelo político y económico kirchnerista que gobierna la Argentina desde hace una década, son los mas avanzados a los que se puede llegar en las condiciones y correlación de fuerzas actuales, debatan y expliquen porqué. Dejen de contarnos como fue el pasado de la dictadura, el de los noventa y el de principios de este siglo. Digan como piensan que debe ser el camino que hay que construir para avanzar, que medidas se deberían tomar y en que tiempos. Expresar lo que piensan que hay que cambiar no es hacerle el juego a una derecha, que por ahora sigue bastante deshilachada y desorientada.
Isaac Yuyo Rudnik
Director
ISEPCi - Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana
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